Thursday, February 14, 2008

2008 : EN EL CENTENARIO DE ALLENDE UNA ENTREVISTA DEL AÑO 2000

5 de septiembre del 2000

Alejandro «Mono» Gonzalez y la BRP:

«Nos movía la lucha por un Chile mejor»

J.O.G.El Siglo, septiembre del 2000

Hablar de la Brigada Ramona Parra y no mencionar a Alejandro González, el "mono" González, es hacer comentarios en abstracto. Es que el "mono", además de ser "el más viejo" como recuerda reiteradamente, siempre fue una especie de alma y motor de la brigada muralista. Hoy, a pesar de los años transcurridos, habla de la BRP con la misma pasión y mística que lo movía en aquellos "hermosos días de lucha y entrega por el proyecto popular".

Muchas son las anécdotas de este eternamente joven artista, pintor, escenógrafo y hoy profesor de la Universidad de Chile,(año 2000) como aquella que lo hizo trabajar por años con un nombre falso en el Teatro Municipal en plena dictadura, pero quizás la primera y más determinante de su vida es justamente la que él no cuenta. Se acababa la década de los 50, cuando un niño curicano bueno para el dibujo participa en un concurso de la popular revista editada para promocionar la bebida de fantasía Bilz. Se trataba de pintar al Capitán Bilz, un héroe que al estilo de Superman combatía a los malos para hacer triunfar al bien, y este pequeño campesino sacó pasajes para integrarse a la Escuela Experimental de Educación Artística de Santiago, de la que recuerda con cariño a su maestro Fernando Marcos. Ese fue el inicio de una vida que seguiría por siempre ligada al arte, que lo llevaría a pintar junto a los destacados Roberto Matta y José Balmes, a conocer al Compañero Presidente por el que pintó junto a tantos los muros de Chile y a sentirse uno más entre los miles que construían la nueva patria.

Su facilidad para dibujar y pintar, su gran capacidad creativa, la puso siempre a disposición del colectivo. Su compromiso lo asumió también en el estudio que, a pesar de sus limitantes económicas, le llevó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la U. de Chile. Su alegría impregnó de mística a quienes se sumaban a la lucha por el triunfo de la Unidad Popular y hoy, cuando se cumplen 30 años de aquel día memorable, Alejandro "mono" González vuelve atrás para entregarnos parte de esa experiencia plagada de fertilidad y evocaciones emotivas. Dejémoslo hablar, recordar, sentir la brocha en la mano y el casco sobre la cabeza. Aceptemos esta invitación a subirnos a "la tetera" de la BRP para recorrer las calles de un Chile distinto, un Chile que se jugaba por sus sueños con pasión y entusiasmo, y que abría la oportunidad de una vida mejor a quien quisiera tomarla.

-¿Cuál fue tu primer acercamiento a lo que sería la Brigada Ramona Parra?

"A los 11 años había llegado a estudiar a Santiago a la Escuela Experimental Artística, venido desde Curicó, y ahí tuve profesores como don Fernando Marcos y Osvaldo Reyes, que habían sido ayudantes de pintores como Siqueiros, Orozco y Rivera en México. Para ellos la pintura era un ente social y eso a nosotros nos marcó, de hecho la mayoría fuimos después integrantes de la BRP, la Inti Peredo o la Elmo Catalán. Ya en 1964 formamos parte de los comités de base del FRAP, donde hacíamos dibujos, exposiciones, pintábamos murales. Cuando salíamos con nuestros viejos me acuerdo que nos hacían mear en unos tarros para echarle a la cal, porque era una forma de que se pegara más en las murallas, repitiendo las fórmulas usadas por generaciones para hacer la propaganda de la izquierda, con la brocha y el tarro en la mano. Pero sólo fue en septiembre de 1969, cuando nos preparábamos para la campaña del 70, que en la marcha entre Valparaíso y Santiago de apoyo a Vietnam se constituyó un grupo especial que venía rayando en todo el camino. Esa era la base de cuatro o cinco que dio paso a la Brigada Ramona Parra.

Su posterior crecimiento nos obligó a formar muchas BRP, siempre con una composición común de cinco o seis entre los trazadores, los rellenadores de letras y los que pintaban el fondo. La idea era ganar todas las murallas del país y para eso se formaron también las Brigadas Venceremos, que se dividieron para irse al norte y al sur, con composición voluntaria de trabajadores y estudiantes, entre los que me contaba yo, que en esa época estudiaba Diseño Teatral en la Universidad de Chile. A mí me tocó viajar al sur. Conseguirnos camiones y materiales fue producto de muchas anécdotas, con lo que hicimos una enorme cantidad de rayados siguiendo el mismo método en todos lados: brigadas pequeñas y rápidas. La pelea era por los muros, rayar y volver a rayar cuando otros nos tapaban, para conseguir mantenerse el último día sobre el otro, lo que logramos en gran parte del país.

Pero no sólo en los muros se veía el ambiente que rodeaba esas elecciones, que fueron muy violentas en todo sentido. Recuerdo los Amaneceres Venceremos, cuando por la mañana teníamos que partir con compañeros heridos a la posta. Incluso una vez cuando volvía de madrugada al local de la Décima Comuna después del trabajo con mi equipo de propaganda, encontré que los compañeros estaban encerrados mientras un camión daba vueltas y vueltas disparando hacia el local. Sólo pudimos hacerlos arrancar cuando llegó más gente, muchos de la BRP central, y mostramos más fuerza que ellos.

Cuando hicimos un recuento, luego del triunfo popular, nos encontramos con que eran más de 120 brigadas en todo Chile las que habían trabajado, y nos dimos a la tarea de celebrar el triunfo con más rayados. La consigna era simple: "ganamos" teníamos que decir, "ahora a construir un Chile de vida" o "un Chile diferente", y salimos a rayar en los muros de unos hoyos que había en la Alameda, pero mientras estábamos rayando el "Mosca" me dice: oye "Mono", no podemos celebrar con puras letras, hagamos un monito. Ahí recién nació el muralismo de la brigada, pocos días después del 4 de septiembre de 1970, cuando este compañero dio el vamos. Empezamos a trazar y nos dimos cuenta de la potencia de un mural colectivo que se ponía al servicio de la causa, un método económico, rápido y muy masivo, todos éramos voluntarios, con ese sacrificio propio de los jóvenes, porque éramos puros cabros, yo era el más viejo siempre, aunque para el golpe tenía 24 los demás siempre tenían 16, 17, 18 años. Para iniciar esta etapa seguimos con el mismo método, trazador y rellenadores, aplicando un balance de colores muy instintivo, que no nos quedara todo en rojo, que hubiese tonos, pero siempre con los colores vivos y más comunes. La rapidez nuestra dejó asombrado a Matta en una ocasión en que nos invitó a acompañarlo en el programa Forma y Espacio del Canal 9, de la Universidad de Chile en ese tiempo, pues mientras lo entrevistaban yo les dije a los cabros que pintáramos y en menos de media hora, cuando él se da vuelta para mirarnos, terminamos un mural".

-Pero la BRP fue mucho más que una brigada de propaganda

"Claro que sí. Al oficio que se había ganado en la calle, dando ejemplo de una juventud entregada de forma voluntaria por lo que soñaba, por un mundo solidario y fraterno, se sumó esta presencia como un aporte a la plástica mundial. Eso es reconocido en muchas partes, por ejemplo, en un diccionario español de la Nueva Plástica aparece la BRP como un brigada de acción de arte colectiva, y en el sur de Francia, en unos pueblos que me tocó visitar, me encontré con que existen tesis de estudio donde se trabaja con lo hecho por la brigada, con el fenómeno artístico popular que significó la BRP. De hecho, por estos días se está montando una exposición en el Museo de Bellas Artes sobre los tres períodos de la plástica del siglo XX, donde la Brigada Ramona Parra ocupa un lugar destacado en uno de esos períodos. También recuerdo cuando vino el presidente de los críticos de arte de España, cuando se abrió el Museo de la Solidaridad en la época del Gobierno Popular, y señaló que lo que más le había impresionado al bajarse del avión era el "legerismo" hecho por el pueblo y que estaba en cada calle. Fernando Leger era un artista francés, un intelectual comunista que pintaba en su taller sobre la vida de los trabajadores, y con él nos comparaba".

-¿Cuál crees que es la clave de lo perdurable del muralismo de la BRP?

"Para nosotros siempre fue muy importante el colectivo, de hecho todos nos conocíamos por el sobrenombre y nadie buscaba sobresalir por sí solo, lo que nos ayudó después a salvarnos de la represión. El trabajo de la BRP era una forma de arte surgida desde abajo, desde el pueblo, por lo que la gente además de identificarse, de participar en la confección de muchos de ellos, los cuidaba, se apropiaba de los murales. El concepto cambió, llevamos la galería de arte a la calle.
La simbología utilizada por la brigada estaba inspirada en los fundamentos del Gobierno Popular, eran símbolos de la vida nueva, como la paloma y las manos, las mujeres con hijos en sus vientres. Recuerdo un libro de Quimantú, La Pintura Social en Chile de Ernesto Saul, donde se comparaba el lenguaje nuestro con la nueva simbología creada por los cristianos en las catacumbas, es decir que estábamos construyendo un nuevo idioma ligado profundamente a las transformaciones que planteaba el Gobierno Popular, a esa vida nueva, a ese hombre nuevo con el que soñábamos. O sea, que no nos andábamos con chicas, y yo tenía la película clara en esto, porque de verdad nos creíamos esto del trabajo colectivo, anónimo, con la finalidad de luchar por nuestras ideas y aplicar nuestros valores, que eran la paz, el trabajo, la alegría de construir un futuro solidario, lo voluntario y colectivo.

Todo lo hacíamos en conjunto, porque un artista primero se hace un boceto y luego va al muro, lo prepara... Nosotros no podíamos darnos ese tiempo, así que en la práctica, estaba la idea y partíamos. Hacíamos un mural en la mañana, otro al mediodía, otro en la tarde y llenábamos 15, 20 ó 30 metros de un viaje. Surgieron conceptos muy interesantes, como el del nuevo espectador, que en esta ocasión es alguien que generalmente está en movimiento o va en la locomoción colectiva, no es el que se queda parado mirando los detalles de la obra, por lo que la imagen debía ser muy sencilla, muy directa, de manera que se "leyera" fácil y rápidamente. Podía ser una obra de arte más perecible, pero no por eso sólo coyunturalista, como esa creación que hicimos de la mano-paloma-bandera: tú con la mano creas, con la mano amas, te defiendes, con la mano hay paz que puede ser paloma, pero también es bandera, es tierra, es identidad. Esa síntesis se fue notando en el trabajo y se hizo carne en nuestras obras".

-¿Qué recuerdos tienes de los integrantes de la brigada?

"Bueno, muchos de nosotros seguimos ligados de alguna forma a lo que hacíamos en la brigada. Algunos se fueron al exilio, se quedaron por Europa, otros están en Chile. Recuerdo al "matasanos", que era un estudiante de Medicina de la Universidad de Concepción: él creó una imagen de un caballo con la bandera chilena que salió en las portadas de los discos de DICAP, también la imagen de un disco del Angel Parra. Otro era el Pato Madera, que llegó del norte cuando ya estábamos funcionando, y reemplazó en cierta forma la labor que hacía el Gitano, en una de las tantas veces que él se fue enojado. También estaba el "Angela Davis", que era un cabro chico moreno y con el pelo así (simula una peluca ancha en su cabeza), que es el reputado artista chileno con residencia en Europa, César Olagaray. También estaba la "gallina", que era una chica muy buena para la cháchara; la "cinturita de huevo" otra compañera medio anchita; el "chico Richard", que andaba con el Gitano para todos lados y que una vez que nos quedó la cagá en una campaña de la FECH en el Pedagógico, y llegaron los pacos llevándose presos a todos los que no eran estudiantes, él dijo que era de la Facultad de Aritmética y se salvó porque los pacos tampoco sabían que esa facultad no existía. Estaba el "chinchín" que fue el jefe de la brigada central. Otro compañero que siempre rondaba nuestro trabajo, que apareció muerto junto con Ricardo Weibel en Colina, era Ignacio González, en ese entonces estudiante de Arte de la Universidad Católica, del que tengo guardados muchos bocetos que están dispuestos para hacer una exposición".

-¿Cómo conseguían los materiales para su trabajo, cómo se movilizaban?

"Nosotros funcionábamos en "la tetera", un camión chico que hacía fletes y que se caía a pedazos, que sonaba a cada rato, que había que empujarla y andarle echando agua a cada rato al radiador. Financiábamos la pintura con la ayuda de los artistas consagrados, con los aportes de mucha gente. Era como hacer correr la alcancía en la misa para sacar adelante cada mural; los mamelucos y los cascos eran regalados por los trabajadores, como cuando fuimos a hacer un mural Cimet y nos tenían guardados los mamelucos que habían usado el año anterior. Recuerdo que una vez se organizó un encuentro en la casa de Balmes con muchos de los artistas que adherían a la Unidad Popular, donde los cabros me dejaron en vergüenza porque yo los tenía súper hablados de que se portaran bien, que fueran caballeros, y lo primero que hicieron fue irse a lo que había para comer y tomar, así que a la hora de los brindis no quedaba nada. Pero nos hicimos muy amigos con todos ellos y después los invitamos a nuestra casa, para finalmente invitarlos directamente al lugar donde se harían los murales.

Una vez nos pidieron trasladar los cuadros de Matta del museo a una galería, cuando se preparaba su primera exposición grande en el gobierno de Allende, y partimos en "la tetera". Esa vez Matta nos pidió que lo invitáramos a pintar en la calle y lo fuimos a buscar al Crillón, que era donde se quedaba cada vez que venía a Chile; le abrí la puerta para que se subiera y me preguntó dónde nos íbamos nosotros, atrás le respondí y se fue con nosotros en la parte posterior de "la tetera". Andábamos con mucho miedo de que se nos fuera a resfriar el artista o que se nos cayera, porque las tablas que hacían de piso estaban rotas y no era extraño que pasara un pie de largo de repente. Ahí nos preguntó qué era lo que más nos hacía falta, y nos fuimos al chancho al tiro así que le pedimos una camioneta y nos compró una "tres cuartos" amarilla que fue la que usamos hasta el golpe.

A través de Matta también conocimos a Allende. En 1971 se hizo una gran exposición con los muralistas en el Museo de Arte Contemporáneo, en la Quinta Normal, y en la inauguración llegó la compañera Gladys, Matta, mucha gente de la Unidad Popular ligada al arte, y Allende. Después de los discursos de rigor, Matta nos llamó para presentarnos al compañero Allende, y él nos dijo "así que ustedes fueron los que pintaron mi nombre por todo Chile".(silencio, sus ojos se llenan de lágrimas). Fue muy emocionante, la presencia de Allende era muy imponente, una persona muy amable, respetuoso y conocedor de lo que hacíamos. Claro que de repente se cortó la luz, porque ya había atentados por esos días, y la gente del GAP sacó rápidamente a Allende, nosotros nos llevamos a Matta y otro grupo se encargó de sacar a la compañera Gladys".

-¿Qué fue para ti lo más importante de la BRP?

"Lo más importante de la brigada era la mística. Creo que esa gran mística que teníamos era porque sabíamos dónde íbamos, teníamos sueños colectivos, hacíamos trabajos voluntarios, trabábamos amistades duraderas, nacían amores apasionados. La vida se vivía intensamente, todo era para los que venían, estábamos dispuestos a darlo todo, nos la creíamos a concho, superábamos los problemas con optimismo, con creatividad, con esfuerzo de miles, encantábamos al resto con nuestra esperanza, con nuestra alegría, nos movía la lucha por un Chile mejor. Es que la brigada no era una secta, estaba inmersa en toda esa marea popular, donde teníamos al Víctor, los Parra, el Inti, el Quila, los artistas e intelectuales, los dirigentes sindicales como don Lucho Figueroa. En fin, había un desarrollo inmenso nacido desde abajo, desde un pueblo que se sentía dueño de su destino y así lo hacía sentir".

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